PROG ROCK III

¡Keith Emerson sobre su piano volador!
La revolución técnica de los instrumentos
Lo normal con los intentos del sinfonismo era caer en la cursilería, y ése fue el destino de muchas de las grabaciones de la época. A raíz de esos errores muchos músicos empezaron a descubrir las posibilidades de concebir la música pop de forma más ambiciosa y muy pronto se dieron cuenta de que sus proyectos no necesitaban para nada tener una orquesta detrás. Sería el segundo paso del Rock progresivo, de poco servía un sinfonismo que no podía llevarse a los conciertos, lo que necesitaban era instrumentos capaces de generar nuevos y más ricos sonidos: teclados capaces de interpretar armonías con la plenitud e intensidad de un grupo de violines o violas o con la misma brillantez que una sección de saxos, trompetas y trombones. No es casual que el Rock Progresivo naciera en esta época, en parte se debe a que los avances técnicos de los instrumentos posibilitaron una mayor experimentación. Antes de 1968 no existía el mellotron ni se empezaban a programar sintetizadores. Por lo tanto para tener sonido de cuerda no había más remedio que contratar cuerda y para que sonaran timbales y trompetas, había que tener timbales y trompetas.
Rick Wakeman
El mellotron, instrumento de teclado similar al órgano, guardaba en si interior cintas pregrabadas con diferentes sonidos ya enriquecidos: al dar a una tecla sonaban una docena de violines, un coro de cincuenta voces, una orquesta completa… Técnicamente era muy limitado porque simplemente reproducía sonidos ya grabados y resultaba poco flexible, pero los sintetizadores lograban descomponer cualquier sonido en sus elementos originales, sintetizándolos, y los reproducían después. El siguiente paso fue generar sonidos inéditos hasta la fecha, al gusto del consumidor. Y pertrechados con este nuevo armamento, los grupos de pop sinfónico agradecieron los servicios prestados a sus orquestas y se lanzaron a la aventura equipados cada vez con mayor bagaje de luces e instrumentos. Empezaba una nueva era.


Jane Seymour - Rick Wakeman

PROG ROCK II

La sociedad de la era progresiva
El nacimiento del Rock Progresivo no fue un hecho casual ni aislado, sino el producto coherente de una evolución musical y social, la de finales de los 60, que permitía por primera vez ese tipo de expresión artística en la música popular. De hecho la era del Rock Progresivo coincide con la muerte de la inocencia y del verano del amor. El sistema utilizó dos armas contra la generación hippy y su peligroso verano del amor, por un lado las drogas vendidas como elemento contra-cultural para destruir el movimiento desde dentro, por otro la publicidad que se le dio al caso de Charles Manson, asesino relacionado con el Rock (como vimos en el capítulo dedicado a Manson en Marzo) culpable del salvaje asesinato de la actriz Sharon Tate, para desprestigiarlo y atacarlo desde fuera. En seguida los medios relacionaron a la familia Manson con la peligrosa amoralidad de los jóvenes rockeros californianos y su “música rebelde”. Era el fin de la inocencia hippy. Esa leyenda negra acompañó al Rock durante los años 70 y 80 (aún se observaban reminiscencias del caso en las restricciones de la era Reagan), ensombreciendo sus logros pero también ayudando a la música a madurar. La mayor diferencia formal del Rock de los 70 es la diversificación en estilos. Los géneros se hicieron casi una bandera para público y artistas, y así nacieron el Glam Rock, el Hard Rock, el Rock Sureño, el Rock Progresivo, el AOR (Adult Oriented Rock), el Punk… Y ningún género de los 70 representa con mayor claridad la continuación de los músicos de los 60 como el Rock Progresivo. Eran un grupo de músicos que se negaron a rendirse ante las nuevas presiones acaecidas en el ocaso del verano del amor.

La historia del Rock Progresivo está muy relacionada con la de las escuelas de arte y las primeras comunas, hervideros culturales donde surgirían muchos de estos talentos. En cierto modo el concepto del Rock Progresivo es uno de los más revolucionarios que se ha atrevido a afrontar la música popular en su historia. Era un intento de nivelar musicalmente las caducas clases sociales desde su base más firme, la cultura. No es de extrañar que desde sus orígenes el Rock Progresivo reivindicara ser música hecha con el cerebro y para el cerebro, una música intelectual (frente al blues que se refiere directamente a otro órgano más… prosaico) que surge del academicismo al encontrarse con la realidad social de una nueva música, el rock’n’roll, o, mejor aún, de los jóvenes roqueros al asaltar las academias de arte. Al contrario que la psicodelia, el Prog no se relacionaba directamente con el consumo de drogas. Por primera vez la imaginación y el querer mirar más allá en el Rock no se veia condicionado a las sustancias alucinógenas… lo que suponía un triunfo para la creatividad y la libertad humanas. El nuevo estilo suponía un asalto a lo que se consideraba comercial en la época, los artistas antepusieron por un breve espacio de tiempo la creación artística al beneficio económico, desafiaba con su larga duración a las emisoras de radio y con su temática, compleja y rebuscada, planteaba al oyente la difícil tarea de pensar más allá de lo establecido. El Rock Progresivo no sólo supuso una revolución como concepto o por las variaciones formales que ofrecía frente a la visión tradicional de la música popular, también introdujo a menudo la crítica social. Los resultados musicales eran variados pero todos compartían un estilo compositivo que permitía a esta música mutar en sonidos muy diversos. Y en el camino de su experimentación el rock progresaría. En adición, la música en sí misma y la sociedad serían transformadas por un prodigioso caleidoscopio musical que nunca sería repetido. Desde ese punto de vista el Rock Progresivo es más que un estilo; es una era revolucionaria, de músicos que cambiaron su sociedad.


The Nice_America.mp3 -

FRANK SINATRA

Vivimos en un mundo de efemérides. Un mundo anclado en el pasado, que idolatra lo muerto. Hace 14 años y 5 días Roger Hering, ciudadano sueco respetado y respetable, miró a su reloj de cuco y descubrió en su interior una gran nada que le dijo que debía ahorcarse en unos baños públicos. Hace 66 años y 6 días, fecha nada casual, Winston Churchill contactó con el brujo Aleister Crowley para que diseñase un símbolo con fuerza mística capaz de derrotar a la esvástica nazi. El símbolo elegido fue la V de Victoria. Podríamos seguir así eternamente, cada día miles de efemérides absurdas. Pero de vez en cuando, una que merece ser recordada. Esta semana se han cumplido 10 años de la muerte de Frank Sinatra. Sí, la muerte, porque en esta cultura morbosa se suele celebrar antes la muerte que la vida, pese a la dificultad que hay luego para mirarla a la cara. 10 años sin el crooner definitivo, el más popular. No fue el primero, título que merecería Russ Columbo, tampoco el clásico, honor que deberíamos atribuir a Bing Crosby. No tenía la voz de Nat King Cole o Tony Bennett, ni el encanto de Dean Martin ni la versatilidad de Sammy Davis Jr.Era bajito, tenía problemas de alopecia y daba la impresión de haber estado desnutrido en su infancia, pero se convirtió en el cantante más popular de la era de los solistas, aprovechando el ocaso de las big bands a causa de las escaseces económicas de los años posteriores a la segunda guerra mundial. Inventó el álbum pop en sus años en Columbia, creando el concepto de LP conceptual, e incluso llegó a ser un buen actor, escogiendo no sólo musicales para sus incursiones cinematográficas, sino papeles arriesgados como el del batería yonki Frankie Machine en El Hombre del Brazo de Oro (The Man With The Golden Arm, 1955) de Otto Preminger. Comenzó a grabar en los años 30 y sus últimas grabaciones seguían vendiendo en 1994 (!), algo que nos da una ligera idea de la longevidad del mito, que aún sigue dando para recopilaciones navideñas, biografías oscurantistas o/y mitificadoras y todo tipo de material más o menos vendible.

La leyenda del crooner es todo un entramado de luces y sombras que van desde el mito de su tabique nasal de plata, causado por sus excesos con la cocaína, sus excesos y gamberradas con el Rat Pack (de las que dimos cuenta en el capítulo dedicado al grupo en Diciembre de 2007) y sus relaciones con las mujeres que llenaron ampliamente las páginas de sociedad de la era, especialmente su amor ciego por la díscola Ava Gardner que le marcó profundamente e inspiró una de sus mejores obras, el disco In The Wee Small Hours, grabado tras divorciarse de la diva. En cuanto a sus relaciones con la mafia darían para varias películas, y de hecho inspiraron buena parte de la película de la mafia por excelencia, El Padrino. Episodios oscuros de la vida de Sinatra como el que Tommy Dorsey vendiera su contrato en exclusividad con el cantante por un dólar y con un cañón de pistola en la boca o como consiguió el papel que le dio el Oscar en De Aqui a la Eternidad (From Here To Eternity, 1953), dieron lugar al personaje de Johnny Fontane en El Padrino, interpretado en el film por un crooner de segunda división como era Al Martino. Sinatra presentó a Kennedy a la que sería su amante, Judith Campbell, cuyas artes amatorias compartiría con el propio Sinatra y el mafioso Sam Giancana, creando un peligroso triángulo de poder gracias a la información que Judith recababa. La mujer quedó embarazada de Kennedy y Giancana le recomendó que abortara. También sirvió de intermediaria cuando Kennedy contrató a la mafia a través de Giancana para matar a Fidel Castro. Una mitología, en fin, digna del hombre que sobrevivió a sus más fuertes y jóvenes competidores, Elvis y The Beatles, llevando al primero al lado oscuro según muchos. Un mundo que ha vivido 10 años sin Sinatra, el capo del pop, tiende a volverse algo más políticamente correcto y definitivamente más aburrido...



PROG ROCK I

Vivimos tiempos grises a nivel musical, de futuro incierto y presente gris, donde lo más corriente es recurrir al pasado, a la recuperación de viejas fórmulas que en su día fueron la gallina de los huevos de oro. En estos días de versiones de Foreigner a cargo de Mariah Carey, de los Bee Gees fusilados por Take That, de los Rolling destruídos por Britney Spears… sólo un género de los 70 (crisol de estilos musicales incomparable, donde explotaron miles de tendencias en poquísimos años) escapa a este revisionismo comercial vergonzante. Todo es repetido y recuperado (en una forma simplista y de menos calidad) para las masas: el punk, el glam rock, la música disco, el pop, el hard rock, el AOR… pero nadie se atreve a abrir la caja de pandora que fue el Rock progresivo. De hecho es un estilo muy desprestigiado: pomposidad, virtuosismo o grandilocuencia son términos recurrentes cuando se habla de él. Cualquier otro género es mínimamente respetado, ¿Cuál es la causa de este maleficio? ¿El punk rompedor de finales de los 70? ¿Las emisoras de radio que no aceptan canciones que superen los cuatro minutos? ¿El fin de la libertad musical en las grandes discográficas, rendidas a los beneficios económicos? Habría mucho que hablar del tema… pero el hecho es que vivimos esta extraña era en que la gente valora a Abba y no a Amon Düül, en que se puede decir sin sonrojarse que eres un fan de los Carpenters, pero tienes que esconder tus discos de Yes en el trastero… Tal vez debamos aplaudir tanta ingratitud, ya que por ella el estilo sigue inmune al revisionismo post-moderno que ha corrompido todo. El Prog sigue siendo Prog, para bien o para mal, los que lo apreciamos lo valoramos por ser una era de avances y excesos sin igual: la era de los Dinosaurios, de los grandes conceptos y los descomunales egos. Durante un breve espacio de tiempo tuvimos la sensación de que la música iba a cambiar el mundo (aunque nadie podía asegurar que fuese a mejor, pero eso era lo de menos).

La que podemos definir como la era más imaginativa del rock, se produjo principalmente en los años 70, aunque los orígenes son debidos a una tardía psicodelia y a la vanguardia underground en el fructífero panorama musical del Londres de finales de los 60, y sus secuelas todavía perduran en diversos estilos… Durante los años 70 un grupo de visionarios quiso llevar el rock hasta sus límites más insospechados; queriendo dar a la música popular el prestigio con el que contaba la música culta, los ingenieros del rock complejificaron su temática y forma alargando su duración formal y dotándola de sonidos inexplorados hasta entonces. Como toda gran historia el Rock Progresivo (o rock sinfónico, como se le conoció en españa) tiene su comienzo. Y probablemente habría que buscarlo en las producciones de Phil Spector, auténticas mini-óperas adolescentes o en Snuff Garrett, uno de los grandes productores juveniles de la Costa Oeste, que supo emplear magistralmente la cuerda en sus grabaciones para Bobby Vee o Johnny Burnette. Pero si hay que señalar un nacimiento del Rock progresivo, habría que situarlo en el Londres de 1967.


El hervidero musical en que se había convertido la segunda mitad de los años sesenta permitía a cualquier músico experimentar en todas direcciones. Las editoras musicales, los promotores y managers estaban buscando nuevas sensaciones y no se atrevían a decir que no a nadie. Si no, ¿quién hubiera aceptado que un grupo como the Moody Blues, que habían tenido un número uno con una canción de tres minutos tocada con sus propios instrumentos, se enfrentara a un disco de 45 revoluciones, monotemático y con una gran orquesta detrás? El hecho es que les dejaron hacerlo y el resultado, Days of Future Passed (Días de un Futuro Pasado) fue el comienzo oficial de una nueva era: la del Rock Progresivo. El disco, editado en 1967, tal vez no hubiera pasado de ser un experimento más de no ser por incluir el éxito Nights In White Satin, pero no fue un intento aislado. De 1967 es también el mítico Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band con el que McCartney (influenciado por el Pet Sounds de los Beach Boys y el Freak Out de Frank Zappa) concibió un disco conceptual en el que destacan los arreglos a lo Schubert de She’s leaving Home. También en el 67 Pink Floyd, un grupo pop que se había convertido en el foco de atención de la escena psicodélica londinense gracias a sus juegos de luces en el escenario, a máquinas de humo, y a temas largos y densos, editan su primer LP. Y en el mismo año Procol Harum adaptan una cantata de Bach y lo convierten en un single de éxito, A Whiter Shade Of Pale. Fue otro de los grandes éxitos de la época y uno de los empujones que necesitaba el estilo para consolidarse. Aun así, los gustos generales fueron por caminos diferentes en los 70 y el trabajo de grupos como Procol Harum o The Moody Blues quedaran relegados a éxitos esporádicos que no influyeron en los destinos del Rock Progresivo.



En realidad esta primera etapa, a la que podemos definir como Pop Sinfónico, fue una prueba de fuego donde el estilo topó con sus primeras limitaciones, como el hecho de necesitar apoyarse de una gran orquesta para desarrollarse en plenitud. Cuesta pensar que los primeros grupos del género se propusieran conscientemente llevar a la música pop hacia nuevos caminos, sobre todo pensando que los grupos vivían de las giras y resultaba económicamente inviable trasladarse de ciudad en ciudad con toda una orquesta sinfónica a cuestas. Posiblemente la obra cumbre de esta primera etapa sea Concerto for Group and Orchestra de Deep Purple, donde el grupo se acompañó de la Royal Philarmonic Orchestra dirigida por Malcom Arnold para interpretar un concierto compuesto por el teclista de la banda, Jon Lord, casi en su totalidad instrumental y compuesto de 3 movimientos. El evento se anunció como el encuentro de dos mundos, el Rock y el clasicismo. Y es que lo importante no era contar con una gran orquesta atrás, sino concebir las obras y desarrollarlas con un nuevo talante que buscaba fundir dos culturas hasta entonces antagónicas. No era sólo emplear recursos orquestales para enriquecer y hacer más variado el sonido, cosa ya habitual en aquella época, sino intentar dignificar el pop añadiéndole elementos tradicionalmente aceptados por la “elite culta”.(CONTINUARÁ)

LA INVASIÓN DE LOS ACTORES CANTANTES!!!

Muchos actores decidieron en su día probar suerte el mundo de la música. Para algunos, como Robert Mitchum, la experiencia fue un simple pasatiempo. Otros, como es el caso de Judy Garland y Dean Martin, encontraron en esa faceta la mejor vía de explotar sus cualidades artísticas. Hoy revisaremos algunos de los casos más curiosos de entre los actores que se decidieron a "dar la nota".

Leonard Nimoy, el inolvidable Mr. Spock de la serie Star Trek, editó varios discos a finales de los años 60, algunos más humorísticos jugando con su relación con la ciencia ficción y otros melódicos. Era sólo una faceta más de este poeta, director, productor, actor y finalmente cantante, lamentablemente la única faceta en la que no obtuvo éxitos. Incluso probó a hacer algún dueto con su compañero en la serie William Shatner, el popular Capitán Kirk, quien también editó un disco en 1968. Otro que probó suerte con la música fue el actor de la serie Batman, Adam West, con el single Miranda.



Telly Savalas, el popular intérprete de la serie televisiva de los 70 Kojak, intentó emular la voz profunda de macho que tantos éxitos diera a Isaac Hayes o Barry White, pero no tuvo mucho éxito al hacerlo. Sus discos se consideran una rareza crooner de la era.

David Hasselhoff, el popular intérprete de las series de TV El Coche Fantástico y Los Vigilantes de la Playa, también probó suerte en el mundo de la música. En 1985, tras finalizar su primera serie, editó su primer disco. Desde entonces ha mantenido una completa, aunque no muy cuidadam colección de discos, que van desde las versiones de viejos temas a alusiones a sus personajes en TV. Su relación con la música ha continuado con su participación en las representaciones teatrales de musicales como Chicago o Jekyll & Hyde.



Richard Harris, el gran actor de Un Hombre Llamado Caballo, tuvo una carrera paralela como cantante melódico, con gran éxito por cierto. El hecho de que Harris no supiera cantar no fue un impedimento para que el tema MacArthur Park, escrito por Jimmy Webb, se convirtiera en uno de los mejores singles de los años 60. Un tema de más de siete minutos, una pequeña ópera pop convertida en clásico en boca de Harris. Animado por el éxito de su primer disco, Harris mantuvo durante los 70 una carrera musical, apoyado por su amigo Webb, uno de los mejores compositores pop de la era.

Dudley Moore, el popular actor cómico de 10 y Arthur, también era un destacado pianista de jazz, y grabó numerosos discos con su grupo, el Dudley Moore Trio. Sus grabaciones de jazz se consideran interesantes para los conocedores del género.



Pese a no sacar ningún disco con su nombre, la contribución del mítico actor de terror gótico Vincent Price al arte de la música es notable. La siniestra voz de Price fue utilizada en varios discos famosos. El primero en tener la idea fue el mitómano Alice Cooper, quien en 1975 invita a Price a colaborar en su primer disco en solitario, Welcome To My Nightmare. Ambos harían juntos un especial de TV. En 1982 Michael Jackson copiaría la idea e incluiría un siniestro discurso de Vincent en su archiconocido single Thriller.

De los actores más recientes sin duda quien se lleva la palma es Jennifer López, quien en un brillante golpe de marketing pasó de ser figurín latino de las producciones de Hollywood a ultra-diva pop, llegando a despertar los celos de la Diosa del género, Madonna. Actualmente graba a dúo con su marido, ese crooner barato con look de narcotraficante latino llamado Marc Anthony. Por su parte Bruce Willis publicó un disco en 1987, Respect Yourself. Era una versión de un tema del grupo de soul The Staple Singers, quienes editaron el original en los 60, el tema obtuvo un relativo éxito que no volvería a repetir.


Johnny Deep también lo intentó con los grupos The Flame y más tarde con The Kids, pero el éxito le eludió en esta faceta de su carrera. Keanu Reeves actuó como bajista del grupo Dogstar, que ha publicado dos discos.

La díscola Juliette Lewis, harta de estar encasillada tras su paso por El Cabo del Miedo en papeles de eterna adolescente pervertida, fundó el grupo rock Juliette and the Liks, con el que mantiene una estable carrera musical. La última diva dispuesta a comenzar una carrera musical es la musa cool Scarlett Johansson. La actriz, protegida Woody Allen (quien se opone a su carrera musical), ha participado en vídeos de Bob Dylan y Justin Timberlake. Ahora hace versiones de Tom Waits y las ha recopilado en un CD. Más guay no se puede ser.