AL GORE

¡Albricias, ya tenemos nuevo Moisés que nos guíe a la tierra prometida! El mundo le escucha. Los actores le aplauden y ponen cara de estarse enterando de algo de lo que dice. Los presidentes se hacen la foto con él y compran sus videos a precios desorbitantes. ¡Hasta los publicistas se ponen de acuerdo y comienzan a hacer de los anuncios de coches reclamos de Greenpeace! Señoras y señores, compren, compren, es la nueva moda. Es lo que se lleva. Lo que mejor le quedará. Un poco de calentamiento global y su vida será distinta. Así se nos presenta ahora el señor Al Gore, como un vendedor de biblias ecológicas dispuesto a salvar el mundo. Pero un poco de memoria histórica nos dará una imagen distinta de este político reciclado a profeta mediático del cambio climático. Para empezar Al Gore es uno de los mayores responsables de la censura en la música. Su mujer comenzó una campaña en 1988 para que se censurara a los discos de rock que contuvieran letras que se pudieran considerar ofensivas. Al Gore, junto a otros senadores demócratas y republicanos, llevó a cabo una iniciativa para etiquetar los discos en base a supuestos valores morales. Esta censura estigmatizadora escondía el interés de aprobar una ley que permitiera cobrar un canon por cintas vírgenes. La medida de las pegatinas en los discos era, aparte de anticonstitucional, una cortina de humo para esconder los intereses económicos escondidos de varios políticos (entre ellos Gore) con una medida que se exportó y seguimos sufriendo aqui con los cánones que pagamos los consumidores. El músico Frank Zappa denunció esta medida, haciendo una campaña que le llevó a varios medios y al propio congreso, realizando una brillante intervención que le enfrentó entre otros al vendedor de biblias. La medida sigue vigente hoy en día, y Gore, el defensor de las libertades, se benefició de esta medida primitiva para sacar provecho.

Gore es ante todo un hombre de negocios. Sabe cómo vender un producto, y no le importa mentir o aprovecharse de una situación para conseguir su propósito. Durante su mandato como vicepresidente de los EEUU no tuvo problema en bombardear fábricas de medicamentos en Sudán para favorecer a las multinacionales farmaceúticas, causando miles de muertes. En su etapa como vicepresidente también proporcionó a países africanos un medicamento que era tóxico, rechazado hacía décadas por el organismo oficial de control de drogas y alimentos (la FDA) como quimioterapia para tratar el cáncer por sus graves efectos secundarios. Dicho medicamento contagiaba el virus del SIDA a los enfermos. De este modo Gore aprovechó su posición y utilizó a miles de seres humanos como conejillos de indias. Después, con la presión de la opinión pública se convirtió en un paladín de la lucha contra el SIDA, pidiendo ayudas humanitarias en el congreso. Todo un hipócrita, pues en realidad servía a los intereses de las farmaceúticas. Aunque posiblemente el momento más bochornoso de su carrera lo protagonizó en su infructuosa campaña contra George Bush cuando le hicieron una entrevista para la revista Rolling Stone, para la cual le abultaron la entrepierna con el photoshop. Que un personaje como éste haya ganado el premio Nobel de la Paz nos puede dar una idea de la manipulación que sufrimos y a qué tipo de títeres impresentables colocamos como modelos sociales. Una verdadera pena.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este desgraciado representa a los típicos yanquis que clasifican basura mientras se niegan a firmar el tratado de Kyoto. ¡Y encima le dan el Oscar! El tiempo se encargará de desenmascar a este payaso así como están desenmascarando a su país de origen. Pena y asco me da.